10.12.07

Celofán


Y al lado, el sol no brillaba, lo intentaba, si, pero no podía, no lo dejaban.

Por otra parte, Laia intento alcanzar su globo hecho de papel celofán que volaba alto, muy alto.

Yo nunca pude entenderla, ella metía su figura dentro de mi cerebro bloqueando todos mis pensamientos, acciones y demás cosas que pudiera estar haciendo en aquel momento, o en aquel otro.

Siempre decía que el mundo era un pañuelo, que todos estamos conectados, que si buscas bien, uno puede ser cualquier cosa de cualquier otro...

No se, tal vez tenia razón.

En febrero, el globo de papel celofán había cambiado el rumbo de nuestras vidas. Igual que sus imágenes en mi cabeza.

Estas se habían convertido en hechos, confusiones, y otras cosas que se me podían haber pasado por la cabeza en el momento en que la veía.

A veces pienso en ella y me acuerdo de la cara que puse al verla caminar, de ese cosquilleo que me llego al corazón cuando la vi tocando todas las paredes por las que pasaba, todas sus texturas, sus defectos, sus virtudes; igual que conmigo.

Decía también que una persona nunca podía estar sola, que siempre había alguien, fuera de la conexión natural de la que me hablo en muchas ocasiones...

Las películas nos mostraron siempre una teoría de vida, algo que podíamos llegar a hacer, y ser.

Nunca me anime a contradecirle nada, ni a cuestionarla, ella es así, y me conformo, me gusta.

Siempre me critico la falta de criticas, argumentando que nadie es perfecto, y que si lo es, esta solo, por que la gente busca compañía gracias a sus defectos transformados en virtudes, haciéndome entender así que la persona perfecta nunca buscaría compañía, nunca tendría de que hablar, y se convertirá accidentalmente en un misántropo.

Abril cayo más caluroso que otros años, bermudas, mangas cortas y zapatillas de lona invadían cada baldosa.

Nunca entendí por que a Laia no le gustaba usar pantalones cortos, pero me gustaba.

Me gusta verla en abril igual que en diciembre, y en diciembre igual que en julio, igual que siempre, me hace bien.

Las nubes nos contaron un día que podíamos abrir los ojos mirándonos mutuamente, que podíamos conocernos, y amarnos.

Pero las nubes mienten, como las personas.

Un corte de pelo hizo cambiar su rostro, como siempre, para mejor, y así, ese día entendí que Laia no usa pantalones cortos en abril, sino que se corta el pelo cada estación del año.

A veces, las nubes también se cortan, y mas en abril, dejándose abrigar al otro lado del planeta.

Los viajes con Laia siempre resultaban constructivos, placenteros y confortables.

La gente siempre nos miro, nunca supe por qué, pero yo siempre la mire a ella.

Siempre me dio igual la gente, toda, hasta la mas querida, cuando la miraba a ella me olvidaba de todo.

En el verano, el globo volvió a su rumbo natural, y el sol se volvió a debilitar.

Gritos y lagrimas cruzaban la habitación de manera constante, esos consejos, esas caricias, esas miradas, esas nubes, se convirtieron en algo que no aparecía en ninguna de las películas, ni en ningún globo, algo que las nubes no nos habían contado, y que el sol en esos momentos nunca ilumino.

Nunca supe por que se fue. Pero no me desanime, su ida, al igual que todas las cosas de ella, fue algo mágico, terrible si, pero mágico, algo que pensé que nunca podía llegar a sentir, o a mirar.

Algo impresionante.

Llegó diciembre, y el globo se pincho definitivamente, las nubes se fueron, o se oscurecieron, y el sol ya no calentó.

A veces pienso que si fuéramos distintos, completamente diferentes, nos hubiéramos llevado mejor...

Pero esos pensamientos desaparecen por completo cuando me cruzo con ella en Diagonal. Su imagen se mete en mi cerebro bloqueando todas mis pensamientos y las acciones que pueda estar haciendo en aquel momento, el ipod no suena, los anteojos no ayudan a ver y todo vuelve y el mundo es un pañuelo...

1 comentario:

norman dijo...

si laia leyera esto, no?.. que buena pelicula sería!